
Bordando la frontera, ahí donde la herida aún sangra por los cuerpos de quien pretende cruzar pa'l otro lado, existe la música que como un huracán o terregal, si se quiere, te llena de polvo el alma y te hace ver que la vida en el norte no es fácil, que los cuerpos se secan si no cantan la canción del desierto, que hay que tener esa voz para llamarlo por sus formas seductoras, llamarlo por su nombre, hacer su música, música para pedir el aventón a orillas de las carreteras donde los cactus se ríen de tu sed ergidos como guerreros, por donde pasa el tren que ya no va para ningún lado, tren que ya no espera nadie pero donde arriba de los vagones va el ritmo que la guitarra atrapa para hablar del camino de los vagos que llevan en su ropa la experiencia de varias vidas porque ya lo vieron todo en el camino, que ya no sabes si el camino estaba ahí o tú lo vas haciendo, si los rieles desaparecen con cada metro recorrido o si es la voz la que abre el día o la noche hacia un lugar sin nombre, lugar a donde ya nadie va, pero donde sabes te están esperando. La voz que tiene que ser como el desierto pide, voz de sotol, voz de aguardiente, voz constelación lunar, voz que saca agua de las piedras, como la canción con la que te entierran en una tormenta de arena, voz de caminos sin camino, donde pocos se atreven a dejarse iluminar por el sol nocturno que los que lo han podido ver llegan cambiados en otra piel, la piel cálida del desierto del norte.
1 cuadros de papel higiénico:
cruzo los dedos porque nos falten muchas carreteras como aquella donde nos desenchufamos con JLo
y ya que nadie va a Durango, qué tal Saltillo? qué tal septiembre?
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