Resulta que en un momento dado de la noche, ya con los esfínteres apretados, Gaytán dice a Ramírez: ira, haz como que vas al baño y ve búscate a estos cabrones, no es posible que no hayan venido; si no los vemos entonces sí ya nos llevo pifas y si estos putitos la hacen de pedo salimos perdiendo, ya les debemos mucho dinero. Okeys, dice Ramírez. Se levanta de la mesa diciéndoles a sutano y perengano: orita, vengo voy al baño. Te acompaño, dice pelos; nop, pérame, orita nos vamos por las frías. Con eso aquellos lobos feroces babeaban. Chin, dijo Gaytán sintiéndose Caperucita.
De rato y como si hubieran pasado siglos, Ramírez se acerca con Gaytán y le dice al oído: ya chingamos, ya vi a Soto, ya le platiqué el asunto y dice que nos espera en el carro con la prima, nomás que veamos cómo salimos sin que se den cuenta estos dos, pensaba el par, y fue cuando la suerte estuvo de su lado. Sutano dice: voy al baño, manita, cuídame a los muchachos. Sale de escena y Ramírez guiñándole un ojo al que quedaba le dice, deja voy a ver qué se le ofrece. El que se queda en la mesa con Gaytán piensa que ya tiene el numerito hecho y le pregunta a Gaytán: ¿qué se te ofrece antes de irnos?, éste le dice: ve a la barra y pídeme una cheve pal desempance, ¿no? Ok, deja voy, no te me vayas güero; no, ¿cómo crees mi vida?
En cuanto le da la espalda y se interna por la barra llena de gente, Gaytán ve su oportunidad y sale entre la gente casi corriendo. Ramírez ya está en la puerta esperándolo, el que sale del baño los ve salir, le grita al otro: ¡se van, alcánzalos! Y como en peli chafa, afuera está un carro amarillo con el motor encendido, brincan dentro del carro, todos adentro van cagados de la risa menos Gaytán y Ramírez.
En un semáforo los alcanza un carro blanco y, ¡no mames!, son sutano y perengano bien encabronados. Párense cabrones, que nos van a pagar tod. Dan vuelta en u, tratando de escapar del par de lilos encabronados, y empieza una persecución peliculesca. Al volante va la prima de Soto, diestra pa manejar. ¡Ahí vienen, dale! Entran en una calle oscura, apagan luces y se estacionan; al segundo pasa el carro blanco, no los ve, se quedan ahí un rato más y cuando parece que ya todo pasó regresan a la casa de la prima. En el camino todos se burlan de Gaytán y Ramírez, sobre todo las amigas de la prima, que a partir de ese día ven en este par de pubertos, a dos caquines en potencia, ya nada las hará cambiar de opinión, ni modo; pero esa noche sí la vieron cerca.