viernes, 9 de mayo de 2008

El día que se le apareció el ángel

Dicen que todos tenemos un ángel de la guarda, hasta mi hermanita White tiene uno y un día se nos apareció en la oficina que tenemos en Torreón, (la oficina no es otra cosa que una banca despintada de un parque público).

Era una tarde calurosamente lagunera cuando nos vimos para, como siempre, hablar de planes para conquistar el mundo. Estábamos tan entretenidos en esos trances que no vimos una figura que se nos acercaba a paso marino: tenía la facha de un teporocho, se movía como un teporocho, olía como un teporocho, pero por alguna razón no era un teporocho, porque cuando se acercó lo suficiente como para que lo pudieramos oír dijo:

"señorita, tenga cuidado con este cabrón, no es bueno pa'usté"

Y se alejó, no sin antes darnos un golpe de su aroma de ser angelical con cruda de mezcal y un año sin bañarse. ¡Chale! pensé yo pa mis adentros, este ya me descubrió, fue cuando voltee a ver a mi hermanita y le dije: se me hace que este es tu ángel de la guarda y pa poder reconocerlo se transformó en un ser que pudieramos conocer como nuestro, un borracho terminal, ps si dijo ella con cierto desconcierto, ha de ser porque nomás llegó a decir eso y se fue sin pedir nada.

De rato y nomás por no dejar, nos pusimos a buscar al ángel teporocho y no lo encontramos en ningun lado, ahí fue cuando todas mis dudas quedaron aclaradas: tuvo que ser el custodio de la White, y es lo confirmé días después que pasé por la oficina y encontré una botella de mezcal a medio consumir. La recogí y en un arrebato místico le di un traguito: sentí la presencia angelical en mi cuerpo y sus labios cuarteados en la boca de la botella, quien sino él era capaz de dejarme ese regalito, ps no, solo él, el ángel de la White.