viernes, 28 de diciembre de 2007

La visita al Minotauro

Las M nadaban en el sueño de la tarde, un escalofrío le alertaba a una de ellas que algo estaba por suceder.

Llega un mensaje del laberinto, una señal del Minotauro que le dice a una de ellas: te traes algo. Se miran con asombro, pero tranquilamente van recordando el camino al laberinto, han dicho que ningún ser humano ha estado allí, le dice una M a la otra, sólo los dioses pueden entrar sin ningún problema. Ellas se arman de valor y se dirigen al lugar de la visión, no sin antes comprar alimento y bebida para el camino que es largo y parece eterno.

En algún momento dudan si todo esto es cierto, saben que el Minotauro no está solo y que el laberinto es difícil de recorrer. Saben que tal vez no regresen, que tal vez sean devoradas por la mítica bestia, pero eso a ellas no les importa. La voz del cabeza de toro es intrigante a la vez que firme, saben también que tal vez con suerte les muestre los tesoros que guarda; eso les hace caminar con pies ligeros.

Sudan las manos cuando tocan la puerta, dudan, no ven señales de vida. El Minotauro atiende y ellas pasan, ver el laberinto con sus propios ojos y ser recorridas por el ser las hace sentirse en un sueño. Muestra sus tesoros, ellas quieren quedarse y nunca salir del laberinto, dan a Asterión en sacrificio su sangre, él las toma y se alimenta de las M, ellas mueren sabiendo que su sacrificio ha valido la pena, que lo que acaban de escuchar es motivo suficiente para no salir con vida de ahí.

Cierran los ojos mientras el Minotauro les arranca la piel y la roja carne es expuesta. Han muerto, no conocerán mejor muerte.

jueves, 20 de diciembre de 2007

¿Existe el Mexican Rockstar?

Todo es exactamente lo mismo, siempre igual. Cada compás, cada verso, cada movimiento. Y hay algo tan irritante en esa total falta de espontaneidad en la que simulan estar improvisando.

En cualquier caso Mick es un gran hombre de negocios. Sale del escenario y lo primero que hace es sacar una computadora de su bolsillo. Es el tipo más burgués que uno se pueda imaginar.

TRUMAN CAPOTE HABLANDO SOBRE UNA GIRA CON LOS ROLLING STONES

El rocanrol como todo fenómeno social ha creado sus mitos y sus leyendas, las más grandes son desde sus primeros compases los llamados rock stars, figuras inalcanzables, amadas por su público como se ama a los dioses, ejemplos para bien o para mal de los excesos de la industria del disco y los permisos que este tipo de figuras se dan sólo por pertenecer al género musical del rocanrol.

Para los cincuentas, cuando el gran ritmo andaba en pañales, nadie para encarnar la figura del ídolo de masas como Elvis; de hecho para los sesentas uno de esos seguidores a ultranza de Prestley fue John Lennon y él, con los otros tres Beatles, se convirtió en el dios del rock, junto con figuras que se convirtieron tambien en mito por sus muertes a la edad de 27 años como Janis, Hendrix y Morrison y de ahí para el real.

El mito del rockstar se encuentra en un punto un tanto bajo para estos inicios del siglo 21, la cercanía de las figuras para con su público las hacen más de carne y hueso, el misterio de verlo sólo en la televisión o en un póster se ha terminado. Acá en México desde hace cosa de 15 años hemos tenido grandes conciertos de los más grandes del rock, ya podemos verlos transpirar, ya lo podemos ver tras bambalinas, ya conocemos a su familia y hasta sus casas, podemos chatear con ellos y hasta podemos saber qué piensan leyendo sus blogs. Pero eso pasa en el primer mundo del rock, ¿qué pasa en un país como el nuestro? ¿Existe el rockstar mexicano?

Por principio de cuentas podemos decir que acá son más rockstar los cantantes que no pertenecen al rock. En México el rocanrol no es música de masas como en Estados Unidos, es pequeño en comparación con el mundo de los baladistas y hasta de la onda grupera, donde los escenarios de los bailes son tan impresionantes como cualquier concierto de estadio en el país gabacho, inculyendo pantallas e iluminación. En todo caso es más rockstar "Lupillo Rivera" que Alex Lora, y hablando de Atizandro diré que él en su momento se pudo considerar como un auténtico estrella del rock, desafortunadamente algo pasa entre nuestros rockeros nacionales que llega un momento en que se estancan y se convierten en tristes caricaturas de ellos mismos, con tal de continuar con su "fama" y sus audiencias en los conciertos; el miedo a la evolución los hace estancarse.

Ejemplos hay muchos y todos ellos tristes y patéticos, acá en México el verdadero artista siempre queda como "de culto" y no llega a ser considerado por las disqueras para terminar de dar el salto a los grandes eventos, sólo los que se creen rockstar en la actualidad son grupitos que, como dijo Warhol, sólo tendran sus 15 minutos, cuando el mentado "indie" se vaya al carajo se los llevará por la coladera del olvido, y entonces los veremos en unos años tocando en algún bar sus grandes éxitos, llorando por la pérdida de la fama como un niño llora porque le quitaron un dulce.

Ni modo, en este rock nos tocó vivir.

jueves, 6 de diciembre de 2007

El trueno y la luz

Estaba acostumbrado a las luces de las cámaras, estaba acostumbrado al flash al momento de las fotografías. Desde muy joven vivió una fama si no repentina -porque él sabía que sería famoso- sí agobiante, que le quitó la oportunidad de vivir fuera de la vorágine que representaba su grupo.

Las luces no lo molestaban, vivía dentro de una caja transparente esos primeros diez años con los otros tres, vivía para la pose, en las portadas de sus discos y en las entrevistas, hablaba como ya no hablan ahora, había filo en sus palabras, en su guitarra, en sus letras, hablaba de la vida jodida sin sus padres, el odio que sentía por los que eran sus fans, era mucha luz alrededor suyo, tanto amor lo lastimaba, y el sólo atinaba a burlarse del resto de la humanidad que buscaba significados místicos en su música cuando todo decía él era una gran broma, como cuando dijo lo de jesucristo, lo de la meditación, las portadas de sus discos, él sabía que su tiempo era de búsqueda de algo que quitara el dolor de vivir, él mismo no pudo contestar a quien lo buscaba como el mesías, él mismo no encontraba paz en una época donde las drogas cubrían con su máscara la angustia de la vida al borde de la locura.

Por eso después de subir a esa azotea fría y tratar de revivir a un muerto por dinero, se refugió en castillos inmensos, donde los ecos de su voz interior no lo despertaran en medio de la noche, quería silencio y se apartó de la luz, se escondió en un refrigerador como pavo frío, purgando faltas pasadas que ella no le perdonaba del todo, ella que le inyectaba la heroína, ella que le decía que el hogar era donde debía estar y que cuidara a su hijo, para que no se sintiera culpable de no poder verlo crecer como pasó con el primogénito.

Pero después de cinco años escuchó un día por la ventana del departamento a Chuck Berry y el maldito gusano del rocanrol lo invadió de nuevo, le dio al mundo Double Fantasy, y estaba dispuesto a regresar como un guerrero que se hizo a un lado sólo a curar heridas, quería otra vez la luz sobre su cabeza, pero una noche solo recibió el trueno del odio que lo partió en cinco pedazos, él miró un cielo negro y por un momento vio a su madre con las manos llenas de sangre, quiso hablar pero su voz fue un río rojo, por fin sentía paz, por fin dormiría sin despertar con ese peso sobre sus hombros y por un momento sonrío.