martes, 20 de enero de 2009

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lunes, 19 de enero de 2009

Courtney Love busca novio a Frances Bean

domingo, 18 de enero de 2009

La vida en La Barranca



La primera vez que escuche hablar de La Barranca fue en una reseña de su disco debut El fuego de la noche, hablaban de éste como uno de los mejores de ese año, 1996. Como en ese entonces acá en Torreón no teníamos un Mix Up o cosa que se le pareciera, le pedí a un amigo que viajó al DF que me consiguiera ese material. Me lo trajo en cassette. Desde la primera vez que lo escuché sentí un escalofrío, que es la manera irrefutable de sentir el verdadero arte. Además el nombre del grupo me pareció genial: una barranca, una herida, un abismo.

Desde entonces La Barranca se convirtió en uno de esos grupos a celebrar, a seguir. Cada disco, con sus diferentes alineaciones, es la manifestación palpable de que en el rock mexicano se pueden hacer discos de calidad, sin caer en la celebración infantiloide propia de la mayoría de los materiales de nuestro pobre rock. La Barranca desde el principio se desmarcó del facilismo y nos entregó verdadero rock mexicano, sin clichés ni vestimentas autóctonas; con profundo entendimiento de nuestra música ha logrado imprimir en cada placa el sentimiento de nuestro mundo, el mundo mágico de un país con profundas raíces del conocimiento del cosmos y de la naturaleza, de un rico universo interior.

Cuando supe que el escritor David Cortés había sacado un libro sobre el grupo me dio un enorme gusto, por varias razones. La primera es que sobre el rock mexicano casi no existe material de este tipo, o sea, pocos escritores se han dado a la tarea de dejar un testimonio bibliográfico sobre un grupo o algún cantante de la escena rockera en México, si acaso el inconseguible ensayo de Xavier Velasco sobre Caifanes (Una banda nombrada Caifanes), o el deplorable cebollazo de Arturo Castelazo sobre Alejandro Lora (Lora, vida y rocanrol) habían intentado de alguna manera dejar huella escrita del paso de dichos músicos, cosa que en otros países, como digamos España, existe más material de músicos de rock, tanto españoles como ingleses o norteamericanos.

Lo otro que celebro del libro de Cortés es que trata sobre uno de los mejores grupos mexicanos, y la vida y la obra de un personaje como lo es Jose Manuel Aguilera, músico que no ha sido valorado en su real dimensión, guitarrista exepcional y dicho sea de paso una gran persona.

La vida en La Barranca de David Cortés no se parece a ninguno de los libros que señalo líneas arriba. El escritor se echa un clavado gozoso en la música y la lírica de la banda, la desmenuza, la desnuda, nos da un mapa sobre sus discos y sus signos. Al terminar de leer su muy particular modo de escuchar cada canción, cada disco de La Barranca, dan ganas de volver a escucharlo con los oídos que nos presta David; cerramos los ojos y nos dejamos ir, volvemos a la raíz de la música y a su sentimiento primigenio, lo volvemos a tocar con otros dedos, lo olemos de modo distinto y lo disfrutamos más. Ése es el mejor logro de este libro de Cortés, no dejen de leerlo y recomendarlo. Su esfuerzo debería ser imitado para que el rock mexicano algún día pueda considerarse no sólo para que se exhiba en las virtinas de las tiendas de música, sino también en las librerías. Felicidades a David Cortés.




Cortés, David. La vida en La Barranca. Ediciones Stella, 2007.

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