sábado, 1 de noviembre de 2008

La vida en La Barranca


Gente de la Comarca Lagunera y de Saltillo:

Si les interesa tener pronto entre sus manos un ejemplar de La vida en La Barranca, de David Cortés, favor de mandarme un mail (indicando si viven en La Laguna o en Saltillo) a brux_gaytan@hotmail.com. Ahí nos ponemos de acuerdo para hacer la transacción. Como saben, el libro ahorita sólo se consigue en el DF; la onda es hacer un pedido grupal pa' acá.


Aquí les dejo el texto de la contraportada pa' ver si se animan. Vale mucho la pena. Y si les interesa por favor no se tarden mucho, porque estoy por confirmar lo del pedido.




Un precipicio. Eso es una barranca. Y dadas sus condiciones, resulta difícil encontrar osados que se paren en el borde de un lugar así, porque ¿a quién le atrae la sensación de vacío, de vértigo? ¿A los suicidas? José Manuel Aguilera parece disfrutar tanto estar ahí, en la barranca, que no sólo acostumbra sentarse en su orilla para contemplar el paisaje, de hecho carga con su guitarra y ahí mismo se arrodilla para componer canciones. Pero no acude solo. En sus frecuentes excursiones a esa oquedad en la tierra lo han acompañado sujetos que, al igual que él, hace rato extraviaron el miedo a despeñarse: Federico Fong, Alfonso André, Jorge "Cox" Gaitán, los hermanos José María y Alonso Arreola y Alejandro Otaola. Cada uno, en diferentes momentos, ha estado junto al guitarrista. Y todos forman parte del grupo de La Barranca. Un conjunto de artistas que ha confeccionado una serie de álbumes definitorios en la historia del rock en México. Eso sí, alejados de las vulgaridades del mercado y de los escaparates de la moda, porque los álbumes de La Barranca lo que protegen, lo que pulen con el esmero que soba un zafiro, es a la canción. Y las composiciones del grupo son memorables, qué importa si se aesmejan a un bolero , homenajean a Hendrix y King Crimson o poseen la cadencia de un son.

Este libro no es una biografía de La Barranca, tampoco un bulto de entrevistas ordenadas de manera cronológica; es un acercamiento, apasionado por cierto, a la experiencia sensorial que significa La Barranca. Por supuesto que alberga todas las menudencias biográficas, desde el ambiente en que se desarrolló la infancia de Aguilera hasta su primer contacto con la guitarra. También aborda nombres, renombrados casi todos, como Las Insólitas Imágenes de Aurora, Mistus, La Suciedad de Las Sirvientas Puercas, Pachecos Blues Band, Frac, Sangre Asteka y Dr. Fanatik. Pero en estas páginas hay más que eso; hay canciones, discos, fiestas, conciertos, ensayos, encuentros y desencuentros. Revelaciones. Desde el nacimiento del proyecto, un viernes santo en Guadalajara, hasta la enésima -y alucinante- encarnación de la banda en un foro del DF, con
El fluir como pretexto.


Como debe ser, este trabajo significa peligro. David Cortés, su autor, debió sentirlo mientras lo realizaba, y seguramente el lector palpará esa sensación cuando repase sus páginas. Porque siempre habrá alguien ansioso por experimentar las emociones que se viven al borde de un precipicio.



Alejandro González Castillo

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